lunes, 6 de mayo de 2013

Sube y baja por Petare norte



EL NACIONAL - DOMINGO 14 DE JUNIO DE 2009

Caracas



De El Tanque a la Casa Borges

Sube y baja por Petare norteLa lujosa construcción, recién abierta, apenas se intuye detrás de la vegetación que la rodea a lo largo de este trayecto de cara al Ávila


JOSÉ CARVAJAL 

A las 10:00 de la mañana de un día de semana, estas calles de Petare, como la de muchos barrios de Caracas, suele ser poco agitada. De hecho, cuesta que aparezca gente en las fotos. Si a ello le sumamos que el Ávila es una referencia visual omnipresente, esto podría parecer una crónica más rural que urbana. 

Pero nada más lejos de la realidad: a pesar de que aquí y allá, en rincones casi imposibles, aparecen platanales y gallos, estamos en plena urbe. 

Si hay gente en Caracas que ha manifestado por la vía de los hechos su deseo de vivir en la ciudad, ésa es la que armó estos barrios, que contra las adversidades morfológicas, económicas, judiciales, y la represión del Estado, se inventaron un hábitat y lo han defendido durante décadas. 





Un hábitat con carencias, pero real y cercano al objeto del deseo: la ciudad. Y decimos "cercano" porque lo que quizá no sabían estos autoconstructores era que se crearían mecanismos para que entre los espacios que conquistaron y los que estaban ya definidos como ciudad se levantaran muros, a veces invisibles, otras brutalmente realistas. Entonces vino la historia de las dos ciudades, la de la "ciudad formal" y la de la "ciudad informal", ni siquiera planteadas como complementarias, sino contrapuestas. 

El recorrido que hoy presentamos sube y baja por la topografía de este cerro, atravesando los barrios Antonio José de Sucre, La Parrilla, Bolívar y parte alta de Píritu. Al norte, del otro lado de la autopista, se ve la urbanización Terrazas del Ávila (dicen que esos edificios cortaron en parte los vientos que venían del este, y permitieron que se estacionaran por más tiempo las masas de aire contaminado sobre la ciudad), y la Universidad Metropolitana en las pantorrillas del Ávila. Si algún promotor inmobiliario lo hubiese pensado seis décadas atrás, en estos terrenos de Petare norte habría viviendas de lujo, de precios bien elevados, con base en el argumento de que tendrían una "envidiable vista al Ávila". 

Luego de llegar a "la Redoma", al final de la vía, donde estacionan los carros los vecinos de Píritu parte alta, se sube por unas empinadas escalinatas que bordean una zona industrial separada por muros y cercas, y que terminan en la calle La Quinta, que es la que desemboca en la Casa Borges, ahora Centro para la Educación, el Arte y la Cultura Simón Díaz, Ceacsd. Esta casa, de finales de los años cincuenta, es una especie de fortaleza de lujo que siempre fue un mito para la gente del barrio, que la fue rodeando de a poco, y que ahora, inevitable y afortunadamente, se abre a sus habitantes. "Dicen que" es la frase que antecede muchas historias no verificadas: que se oían gritos en la noche, que había sótanos donde torturaban, que allí vivió Pérez Jiménez, que tiene un pasadizo hasta el barrio Julián Blanco... 

Lo cierto es que ahora a la gente de Petare le tocará disfrutar este lugar. Y les tocará convivir con dos realidades en alto contraste: la del mármol reluciente de los enormes salones y la del basurero con su nube de moscas alrededor del campo de beisbol del barrio 24 de Marzo; los jardines abiertos, las suaves escaleras, los amplísimos ventanales, el espejo de agua para que el Ávila se duplique, versus árboles constreñidos, escalinatas abruptas, el ladrillo crudo y un descomunal tanque de agua vacío. 




Falta que ahora la casa, cuyo acceso principal estaba pensado para vehículos, se abra a la red peatonal de los barrios que la envuelven, para que sea más fácil su acceso y pierda definitivamente esa imagen de baluarte inexpugnable.



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