lunes, 4 de febrero de 2013

Lo que hay, lo que puede haber


En los barrios se puede y debe tejer una red de espacios públicos, por lo general de pequeña escala; he aquí una experiencia de lservicio comunitario de la FAU/UCV

JOSÉ CARVAJAL-El Nacional 


Hace poco más de un año publicamos un recorrido luego de visitar el barrio Julián Blanco de Petare, acompañando al arquitecto Pablo Molina, profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, quien está al frente del servicio comunitario de esta facultad. En aquella ocasión mostramos un modesto sistema de espacios públicos, diseñados y construidos por los estudiantes inscritos en este servicio, con el apoyo de miembros de la comunidad. 

Para entonces apenas faltaba por hacer una pequeña plaza que terminaron en agosto de 2012 y que bautizaron "la Cuña" por razones obvias: la topografía del barrio ramifica y estrecha las sendas. 

Luego de concluido ese primer tramo, que en orden de aparición incluía la plaza El Nazareno, la fachada y espacios en torno a la Unidad Educativa Santiago Mariño y un jardín comunitario donde antes había un botadero de escombros, decidieron agregar un elemento de señalética que completaba la primera intervención que realizaron en el barrio. A las placas moldeadas y pintadas a mano que colocaron con los nombres de calles y escaleras al inicio del proyecto, le sumaron esta vez la intervención en la huella y contrahuella de una escalera, pintando y numerando los escalones con el fin de precisar la ubicación exacta de las viviendas. 

Culminada esa primera fase, ahora se proponen, si la comunidad decide seguir apoyando esta iniciativa, transformar otros lugares en un recorrido que igual tiene como punto de partida la plaza El Nazareno. 

Esta vez incluiría recuperar parte de la escalera con el sistema de numeración, también la intervención de una casa singular (tiene un espacio de triple altura), la creación de un espacio de contemplación con vista frontal al Ávila y la revalorización de un punto de encuentro que serviría de mirador, área deportiva (tablero de basquetbol), la recuperación de un altar y un área de ejercicio. 

Ambos recorridos formarían un sistema de espacios públicos que deberían, por su cercanía, estar vinculados al Centro Simón Díaz (antigua Casa Borges) que aún no ha concretado la conexión peatonal prevista con el barrio, y que está en el proyecto ganador del concurso de la Alcaldía Metropolitana de 2011. Y de ahí debería picar y extenderse a pie. 


Escaleras verdes

El énfasis de estos pequeños espacios ­de alguna manera asumidos para el uso común desde su origen, pero nunca diseñados­, está en la presencia del banco para sentarse y del verde. 

Un rincón para unas plantas de jardín, un espacio liberado para una palma, una superficie donde sentarse a contemplar o conversar con el vecino. Pero ese verde podría crecer en superficie si los propios vecinos asumieran, con el estímulo y asesoría de técnicos (paisajistas, botánicos) desbordar los jardines que ahora están medio escondidos en macetas sobre terrazas y ventanas. La reja, la "pecho e’ paloma", ha encerrado también este cariño natural por las plantas de los habitantes de muchos barrios, cuyos fundadores provienen del campo. Vale la pena imaginar (y propiciar) escaleras verdes, que llenen de vida y frescor lo que ahora es ladrillo y metal. 

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