miércoles, 10 de julio de 2013

Simón Narciso Díaz, en paz con la vida

Convirtió los cantos de ordeño y de faena del llano venezolano en tonadas que son apreciadas en el mundo entero por su sencillez y su lírica profunda. El autor de "Caballo viejo" ha inspirado a grandes artistas como la coreógrafa alemana Pina Bausch.


MARIAHÉ PABÓN |  EL UNIVERSAL
martes 11 de junio de 2013  
"Caballo viejo" es una de las canciones venezolanas más versionadas en el mundo


Recuerden siempre que tengo diez años más", decía a sus hermanos cuando muy niño tomó las riendas del hogar y con su madre María Magdalena formó una familia en medio de la vastedad del llano que alimentó su imaginación y lo puso a valer en todo el mundo con un Caballo viejo siempre diciéndonos que después de esta vida no hay otra oportunidad.

Ahí estaba Simón Díaz, con zapatos nuevos, flux años sesenta, maletín en mano, subido a una moto de la época. Estacionó su vehículo y se dirigió a la gerencia del Banco América del Sur en el centro de Caracas para buscar al niño, ya mayor, a quien su padre había ofrecido cobijo en un momento difícil. Esa historia había quedado para siempre en su mente y al llegar a Caracas, averiguó su paradero y el de la madre viuda, quien había preferido venirse de Barbacoa, con su hijo, sin olvidar a Juan Bautista Díaz cuando le dijo: "Ustedes tienen aquí su arepa". De paso, le habría dicho a su hijo Simón que buscara a ese niño cuando llegara a Caracas. Simón lo encontró, convertido en gerente de una empresa bancaria. "¿Te acuerdas de mí?", preguntó después de los saludos reglamentarios, y él respondió: "Claro que sí, te debo una arepa", y le ofreció de inmediato trabajo como cobrador en el banco. Simón apenas había llegado a cuarto grado, sabía leer, escribir, recitar de memoria la tabla de multiplicar, cantar y tocar cuatro. Se prometió que en pocos meses saltaría a un cargo mejor. Y lo cumplió: en breve tiempo fue ascendido a Jefe de Cuentas Corrientes. En un liceo nocturno terminó los años que le faltaban de la primaria e ingresó a la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas para estudiar piano, teoría y solfeo, junto a su hermano Joselo, bajo la tutela del maestro Vicente Emilio Sojo. Compartía aula con José Antonio Abreu.

Simón se vendía como músico, cantante de boleros, joropos, tonadas y tangos. Tocaba cuatro , armónica, silbaba como nadie, hacía golpes melódicos con las manos y además improvisaba coplas y componía. En los discos de tonadas que grabó desde 1974, pegó El AlcaravánLa vaca mariposa y Cristal , pero fue enPasajes, golpes y tonadas que el galope de Caballo viejo, canción interpretada por más de medio centenar de famosos en una veintena de idiomas y versionada en orquestas populares y clásicas, se convirtió en el norte de su autor.

Doce años permaneció el programa Contesta por Tío Simón, con Teresita, Coquito y Chusmita, enseñando al país en todas sus formas. Apostó por lo venezolano al riesgo que fuese y el país le reconoce que haya divulgado los cuentos populares por encima de cualquier otra cosa. La tonada, los pasajes, los joropos estaban ahí. Él decía: "Es necesario hacer una empalizada de amor venezolano para que lo nuestro se pueda preservar". Con el cuatro acompañaba la tonada y sin rascar las cuerdas lo tocaba con la yema de los dedos, apenas acariciándolo. Propuso, entonces, una forma de tocarlo de esa manera porque la tonada se canta a cappella, con una suave armonía musical.

La coreógrafa Pina Bausch escogió dos tonadas de Simón para su espectáculoOnly you que sirvieron al director Wim Winders para filmar su documental Pina. Bausch ya había incluido tonadas en su obra Nur Du y coreografiado escenas enLa flor de mi secreto de Almodóvar, en la cual Caetano Veloso interpretaTonada de luna llena. En 1999, Caballo viejo fue uno de los temas de la películaFlores de otro mundo de Icíar Bollaín y en 2004 A&E Mundo realizó un documental sobre su vida.

Cinco películas, dos Grammy e infinidad de condecoraciones figuran en la hoja de vida de este venezolano sencillo a quien la fama no le robó su corazón de flor. Ni siquiera cuando cantó en el Carnegie Hall.

El 11 de febrero de 2012 fue presentado el libro que recoge la obra musical de Simón Díaz, resultado de un trabajo que tomó cerca de siete años y que Bettsimar Díaz, la hija del maestro, comenzó a explorar con la idea de formar un equipo capaz de crear este acervo cultural que reúne una enorme selección de partituras y letras del cantautor.

Simón era igual en un teatro que en una fiesta íntima y solía echar mano de los recuerdos, evocando siempre a su mamá que tenía la misma picardía y encanto de su hijo. A ella le disgustaba que anduviera ventilando su vida privada, pero él hacía lo mismo cuando se reunía con sus siete hermanos que no eran famosos pero que igual tocaban instrumentos, cantaban y le echaban broma a su mamá. Hubo una época en que Simón se aparecía con los copleros que invitaba a su programa del mediodía en el Canal 8, y a los cuales traía del interior y los alojaba en una pensión para que disfrutaran de la ciudad. Aquellos llaneros cantaban tonadas e improvisaban coplas, y se enfrentaban a Simón en un duelo de estrofas interminables que picaban duro y le ganaban a su anfitrión, tal era la habilidad de aquellos juglares que manejaban con primor el idioma de la tierra que los vio nacer.



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